Pobre, bastarda, malcasada, golpeada, separada, sola, madre de una hijo que murió y una hija violada por su propia padre, autodenominada paria, sin familia ni nación, sin formación reglada.
Sobre todos estos inconvenientes se sobrepone el talento y valentía de la pensadora feminista y socialista Flora Tristán, quien animó a unirse a todos los proletarios del mundo antes que Marx (tras ver las condiciones de los proletarios en Inglaterra ya no le parecía tan terrible la esclavitud), pero que reconoció que aún más abajo del proletario, en condición de sirvienta suya , estaba la mujer del proletario (la proletaria del proletario).
Viajó con afán investigador a Perú e Inglaterra y de cada viaje nació un libro extraordinario. Murió, extenuada y enferma, difundiendo su mensaje en una gira de concienciación obrera emprendida meses antes por toda Francia. Murió, como diría Ángeles Caso en su programa, como otras «mujeres con las botas puestas».
Si queréis más material sobre esta audaz e inaudita mujer, en este vínculo accederás a la carpeta de materiales de igualdad.