Madre no hay más que una, decíamos siempre, en un mundo quizás ya superado. Porque esos dogmas o incluso hechos biológicos, que no admitían discusión, son ahora posverdades en su sentido más positivo, complejo y plural. Hay tantas madres como nuevas acepciones del termino. Pero a la nuestra, a la madre que elijamos llamar así, la queremos. Y eso es verdad de la buena, de la de antes. Sus virtudes no cambian y Leticia P. Fresco las refleja en el acróstico que sigue.
Más abajo, un poco de teatro y reflexión sobre el tema de la maternidad revisionada.

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